En Buenos Aires no faltan lugares donde saben cómo asar carne. Pero Don Julio no es simplemente un restaurante. Es un lugar donde el bife se vuelve culto y el almuerzo, un ritual. Acá cenan familias locales, turistas con tres guías de Lonely Planet en la mano, y hasta quienes no comen carne roja, pero vienen por respeto a la tradición.
Cómo se ve
El restaurante ocupa una casona antigua en una esquina de Palermo. Por fuera, nada estridente. Por dentro: luz cálida, mesas de madera, parrilla a la vista y paredes cubiertas con botellas de vino vacías autografiadas por los comensales. Si llegás temprano, te ofrecen una copa de vino en la vereda mientras esperás tu mesa. Las filas acá son parte de la experiencia.

Qué comer
Obviamente, el bife de chorizo — un corte jugoso que literalmente se derrite en la boca. O el ojo de bife — ribeye tierno con una costra crocante. Todo perfectamente asado al fuego. Acompañalo con chimichurri, verduras grilladas y una copa de malbec de su carta de vinos (hay más de 2000 etiquetas, pero el sommelier te va a guiar sin problema).


Bife de chorizo — un clásico. Jugoso, con un toque ahumado, del tamaño de tu mano.
Y si no querés ir directo al trance carnívoro, probá las empanadas caseras. Es la entrada perfecta y vale totalmente la pena.

Ojo de bife — más tierno, más graso, ideal con una copa de malbec.
Provoleta — queso fundido al horno con orégano y aceite de oliva, derretido justo hasta el límite.
Empanadas — por si todavía tenés hambre (aunque no la vas a tener).
¿Y el vino?
Sí. Te ayuda a elegir un sommelier que no parece sommelier. La carta tiene más de 2000 etiquetas. Te preguntan qué querés sentir, no qué nombre conocés. Y funciona.
¿Por qué todos hablan de esto?
Don Julio fue el primer restaurante argentino en entrar en el ranking mundial The World’s 50 Best Restaurants. En 2024 fue elegido el mejor restaurante de carnes del mundo por World’s 101 Best Steak Restaurants.
Acá cenaron Messi, Merkel y quizás tu futura pareja — porque la atmósfera derrite todo, incluso el escepticismo.
Cómo se crea la experiencia icónica de Don Julio
Don Julio es más que una parrilla: es un ícono porteño. Su dueño, Pablo Rivero, abrió el restaurante en 1999, con solo 22 años, y desde entonces su apuesta fue clara: carne de pastura, sin hormonas ni antibióticos, seleccionada personalmente en estancias de Buenos Aires y La Pampa.


La carne se estaciona al menos 21 días y se cocina al fuego vivo por asadores expertos, como manda la tradición. Rivero también impulsó un equipo de sommeliers mujeres y una cava con más de 2.000 etiquetas argentinas.
¿Para quién es?
Para quienes quieren entender por qué los argentinos están tan obsesionados con la carne. Don Julio no es solo comida, es tradición. Acá se cena por una ocasión o porque sí, se hacen propuestas de casamiento o se celebra un buen miércoles. Es cálido, sabroso y sincero.
Resumen
Precios: $$$ — pero justos para la calidad
Cuándo ir: reservá con anticipación, sobre todo de noche
Tiene sentido venir solo por una copa de vino y provoleta
Ideal para: primeras citas, visitas familiares, cenas después de un día largo en la ciudad