Sí, decir malas palabras podría ser más saludable de lo que pensás. Un estudio publicado por The Washington Post muestra que insultar no solo libera tensión emocional, sino también incrementa la tolerancia al dolor físico. La ciencia lo respalda.
Cómo descubrieron esto los investigadores
En 2009, un psicólogo británico realizó un experimento simple pero revelador: les pidió a los participantes que metieran la mano en agua helada mientras repetían una palabra —algunos una neutra, otros una puteada. ¿El resultado? Quienes puteaban resistieron más tiempo y dijeron sentir menos dolor.
Pero ahí no terminó todo. En 2017, otro grupo de científicos repitió el estudio en dos idiomas: inglés y japonés. Su hipótesis inicial era que los japoneses no obtendrían el mismo beneficio, ya que la cultura japonesa es más reservada con el lenguaje vulgar. Sin embargo, se sorprendieron al ver que los participantes japoneses que puteaban también soportaban mejor el dolor.
¿Y el dolor emocional? También
Según la investigadora en psicología Ollie Robertson, las puteadas también ayudan a enfrentar el sufrimiento emocional. “Cuando alguien atraviesa una ruptura o se siente aislado, el cerebro activa las mismas zonas que cuando sentimos dolor físico. Por eso, insultar puede tener un efecto calmante en ambos casos”, explica.
Putear también potencia el rendimiento físico
En 2018, otro experimento puso a prueba la fuerza física. Los participantes debían pedalear en bicicleta mientras lanzaban improperios. Los que lo hicieron rindieron significativamente mejor.
Inicialmente se pensó que esto se debía a una aceleración del ritmo cardíaco o mayor liberación de adrenalina, pero las mediciones fisiológicas mostraron cambios mínimos. Lo que sí se comprobó fue un efecto psicológico poderoso: insultar parecía desbloquear las limitaciones autoimpuestas, como si se “soltara el freno de mano” mental.
¿Puteadas como tratamiento?
El potencial terapéutico del insulto es tan prometedor que algunos especialistas ya evalúan su aplicación en medicina. El profesor Nick Washmuth, experto en fisioterapia, investiga cómo factores como la edad, la cultura o la frecuencia de uso afectan la eficacia de las malas palabras como «analgésico».
Para quienes quieran probar en casa, la recomendación es elegir una palabra fuerte —la que más te impacte— y repetirla con calma, una vez cada uno o tres segundos. No se trata de gritar, sino de liberar tensión con intención.to beatae vitae dicta sunt explicabo.