Brad Smith se convirtió en el tercer paciente en recibir un implante cerebral de Neuralink, la empresa de Elon Musk. A diferencia de los dos primeros, Smith no puede hablar ni mover su cuerpo: padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que paraliza los músculos. Según Business Insider, hasta ahora su única forma de interactuar con la tecnología eran los movimientos oculares.
Eso cambió cuando recibió el chip: el implante, conectado a la parte del cerebro responsable del control motor, le permitió mover un cursor en la pantalla con la mente. Así, Smith aprendió a escribir, jugar videojuegos sencillos y, lo más impresionante, editó por completo un video para YouTube.


En ese video también suena su voz. O al menos, una versión artificial de ella: el sistema de inteligencia artificial procesó imágenes y grabaciones de Smith antes de la enfermedad y generó una réplica sintética de su voz. Gracias a eso, pudo narrar su historia con su “propia” voz.

Más que un avance médico, es una muestra de cómo la tecnología puede devolver a las personas algo tan básico —y tan poderoso— como la posibilidad de comunicarse.