Buenos Aires sabe cómo reinventar sus barrios. Lo que antes era una zona de depósitos industriales, hoy es un polo cultural en crecimiento. Antes acá había depósitos. Ahora — galerías, performances y talleres abiertos. Pasate por Ruth Benzacar o Central Newbery. Pero lo mejor es ir sin plan y ver qué está abierto.


Sus calles mantienen el espíritu del viejo Buenos Aires. No hay glamour, pero sí verdad: en los grafitis, en las puertas entreabiertas de los talleres donde los artistas pintan sin levantar la vista. Podés caminar sin rumbo y de pronto encontrarte con una muestra de textiles, una instalación de luces o un pequeño concierto en un patio.
Una de las referencias del barrio es Ruth Benzacar, una galería histórica que dejó el microcentro para instalarse en este entorno más crudo, más vivo.



A pocas cuadras, Central Newbery propone un espacio más experimental, con talleres abiertos y eventos que cruzan el arte con la vida nocturna.


Los fines de semana hay recorridos donde varias galerías abren sus puertas al público curioso. Pero lo mejor es ir sin mapa: Villa Crespo no se recorre con una lista, se vive caminando.
Es un barrio perfecto para frenar después del vértigo de Palermo y ver otro Buenos Aires: más callado, más áspero, pero profundamente real. Si buscás una ciudad que todavía no se cansó de ser descubierta, este es tu lugar.